Emprender en las industrias creativas

“Busquen en su propia historia” y ahí encontrarán la respuesta para emprender un negocio con pasión, dijo Álvaro Abitia. Le escuchaban alrededor de 40 estudiantes en el auditorio del CERI, algunos con interés, otros apenas si repararon en el comentario.

 

La charla se tituló “ADN creativo”, dentro de las actividades del Encuentro Cultural Universitario, organizado por la Unidad de Arte y Cultura del CUCEA.

 

Al principio, el ponente no reveló su trayectoria personal y profesional, eso lo haría en la segunda parte. Antes cuestionó a sus oyentes. “¿Qué los mueve en esta vida?”. Un joven habló de su crisis existencial al inicio de la carrera y cómo después encontró en la promoción musical, el motivo para concluir la totalidad de los créditos. Un compositor también levantó la mano para mostrar su inseguridad ante las compañías musicales. Los demás estudiantes sólo escuchaban.

 

“En diez años no habrá cajeros en el OXXO”, afirmó. Y como la tecnología está reduciendo puestos de trabajo, el emprendedor debe asumir que es un agente del conocimiento. Luego habló de la diferencia entre emprendimiento y empresa, y de los elementos claves en un plan de negocios... hasta aquí parecía otra conferencia más de emprendurismo.

 

“No peguen sus premios en la pared, mejor peguen sus errores”, dijo, y le dio un giro a la plática que provocó de súbito un interés en los jóvenes. El ponente, más que diplomas de emprendedor o títulos de posgrado, ha sabido crear a partir de sus errores. A los 19 años compuso una canción que fue un éxito en el mundo musical en español, un trancazo, pero Álvaro, el creador intelectual, solamente ganó 5 mil pesos. Ni su nombre aparece en el crédito de la melodía “El muelle de San Blás”.

 

Este “error” de juventud, de ser presa del nebuloso mundo de los empresarios y de gente de la música, lo cargó por varios años, pero al final fue lo que lo ha inspirado a crear empresas relacionadas con la creatividad; a moverse de aquí para allá con la cara fresca del que se reinventa.

 

Siempre haciendo equipo, ha creado una editora musical, además de la Universidad Libre de Música que cuenta hoy con 600 alumnos y en septiembre pasado abrió la escuela de escritores Morelli. Es co-fundador de la Feria Internacional de la Música en Guadalajara; fue director de Suave Records y ha escrito cinco libros.

 

También tuvo un paso por las instituciones públicas: fue director de Industrias Creativas y Culturales de la Secretaría de Cultura. Bajo su gestión se rediseñó la licenciatura en artes, del Instituto Cultural Cabañas, y trabajó unos meses en Ciudad Creativa Digital, entre otras cosas.

 

Un joven que durante años buscó el estrellato en los escenarios, que vivió de la cantada en Cancún, La Habana y las calles y el metro de México, que grabó discos, que llegó a ir al Festival Internacional de Viña del Mar, ¿cómo es que ese joven se pudo reinventar? La respuesta es: aprendiendo de los errores, como ya les había dicho a los estudiantes que le escuchaban enfrente, sentados en cómodas butacas.

 

Si lo birlaron de joven, Ábitia es ahora una referencia en México en la propiedad intelectual de la música. Ya no está sólo sobre el escenario, sino que supo crear una universidad donde cientos de jóvenes aprenden de la música, además no sólo sigue escribiendo (“yo sólo escribo porque me aburre la realidad”, dice en la entrada de su blog); sino que creó una escuela para la gente de Guadalajara que se interesa por plasmar sus sentimientos con la palabra escrita.

 

“Hace diez años, Felipe Castro me ayudó a administrar las regalías de la Editora. Dejó de ganar diez veces más por hacer equipo conmigo, eso demostró que no es un contador común. Juntos hemos forjado una alianza estratégica entre un contador y un creativo; hacemos alianzas estratégicas para el sector creativo”.

 

El artista, comenta, no se debe poner botargas de todo para existir, sino que urgen especialistas en el sector creativo: gente que analice y perfeccione los paradigmas de uso y consumo, personas que trabajen en amplificar públicos, en generar nichos de mercado. “Eso no lo puede hacer solo el artistas. Y si lo intenta qué va a pasar. Que vas a dejar de exponer, de escribir, de crear”.

 

Licenciado en Lenguas y Literaturas Hispánicas por la UNAM, maestro en Gestión Cultural por la UdeG, Álvaro Abitia vino al CUCEA para hablar con jóvenes con deseo de emprender en el mundo de las industrias creativas. “Estas pláticas son mi retribución a la universidad”, concluyó, aunque es de la corriente que piensa que las universidades, así como están ahora, no están funcionando. Pero ese es otro tema.

 

Por Francisco Vázquez

Foto: Javier Campos